sábado, 1 de agosto de 2009

Un día triste como hoy...

Lo primero que hago cada mañana al levantarme es recordar la fecha, el día, si es cumpleaños de alguien, etc. Hoy hice lo mismo hasta que repentinamente recordé "1º de agosto". EStuve un buen rato en la cama antes de levantarme, recordando aquel fatídico día.
Mi hermano había ido a comprar pan en un supermercado cercano. Cuando encendimos la televisión con papá, pues había rumores por todos lados de que algo había pasado. Aun viendo la Tv no entendíamos bien, decían que había un fallecido a causa de un accidente, lamentamos la pérdida. Luego fuimos al quincho a seguir disfrutando de esa mañana del domingo, de vez en cuando mirábamos el asado que se cocinaba en una parrilla.
Como la Tv se encontraba en la sala, no sabíamos mucho de las noticias que pasaban, salvo que uno entrara a verlo. Papá fue por segunda vez pero para apagarla, ya que todos disfrutábamos bien en el patio. Me encontraba en la cocina cuando papá viene y nos dice "Vengan todos a ver". Fuimos a la sala y ya ascendía a 30 muertos!!.. qué pasó ahi??. Mamá se preocupó y me dice "Llamale a tu hermano que venga ya". Le llamé y para sorpresa nuestra nos decía que se dirigía con unos amigos al Ycuá Bolaños a ver si podía ayudar. Mamá se prepocupó aún más y le dijo que se cuide por favor.
Ya habíamos olvidado por completo el asado, el disfrutar al aire libre, todos estábamos en la sala mirando sin poder creer lo que estaba pasando. Llegada la hora de almuerzo, comimos todos a secas, cada uno absorto en sus propios pensamientos.
Para la tarde ya ascendía a más de 200 muertos. Mamá solo lloraba y lloraba, papá y el resto de nosotros seguíamos pegados a la Tv. Veía a mis vecinos movilizarse para llevar café, cocido, gaseosa lo que sea, para los valientes bomberos y todas las personas que ahí ayudaban. Cuando mis vecinos regresaban de ese lugar, parecía que venían de una guerra. Nadie emitía una palabra, hasta que uno dijo "Estar ahi es estar en el infierno".
El día se puso de luto con esa noche sin estrellas. Nadie podía dormir. No había aún nombres de los fallecidos pero el número ascendía sin parar y mi mente barajaba todos los nombres de amigos, parientes, etc. De lejos se escuchaba la sirena, pasar una detras otra. Lo sé porque papá al rato me decía "Ahí se escucha otra sirena".
La semana que siguió a ese fatídico día casi no se realizaron las actividades escolares, y poco o nada los trabajos cotidianos. Fue la semana de velorios, rezos, entierros. Largas cadenas de autos pasaban a cada rato en las avenidas principales. Ycuá Bolaños se cobró a cuantas víctimas pudo, sin importar raza, religión ni nivel económico. Ese día, tantos pobres como ricos estaban todos iguales; llorando la muerte de un ser querido.
Ese día 1º de agosto marcó para siempre el corazón de cada paraguayo. Tantas historias mezcladas, milagros, coincidencias y amistades que surgieron en cada buena acción. Hasta hoy día no se hizo justicia ni erigieron aún una plaza en ese lugar en memoria de los fallecidos. A pesar de que transcurrieron años de esa terrible tragedia, hasta el momento si alguien pasa frente a Ycuá Bolaños, su corazón se estremece, la angustia y tristeza nunca podrán ser superadas.
Cuántas personas quedaron sin familia, sin padres, hijos, etc. Admiro su fuerza para seguir adelante, porque es muy fácil caer ante la tentación de abandonar vivir.
Hoy es 1º de agosto... rezemos por las almas que descansan, por las personas que siguen vivas cuyo dolor ha de ser insoportable por seguir adelante sin sus seres queridos.. rezemos por los sobrevivientes cuyas secuelas de la tragedia los marca el día a día.
Rezemos... porque nunca más un día como aquel se vuelva a repetir.

"Mis juguetes"

Cierto día, después de esperar a que pasara el gran frío, decidí arreglar el ropero, sacar todas las ropas que guardamos en una valija, las que creemos que por el momento no lo usaremos. Al poner todas las ropas sacadas sobre la cama, mis hijas encontraron muchas que eran suyas y se entusiasmaban. Me decían: "Ay mami, mira!! mi remera NUEVA!".. esa remerita "nueva" como ella le decía era del verano pasado pero como siempre dispongo de guardarla bien dobladito, perfumado, realmente al sacarla parece recién comprado. Estaban felices las dos. Fue como si nos hubiésemos ido de compras.
Luego siguieron los juguetes guardados, pues ya no les servían por ser todas para bebés y ellas ya eran grandecitas, pero aún así!! cuánta alegría al ver tantos juguetes. Si alguien entraba a mi pieza en ese momento, iba a encontrarse ante un tumulto de ropas y juguetes, realmente un desastre total. Por poco ya no se sabía dónde estaban metidas las nenas, bajo qué ropa o juguete.
Cuando encontrábamos un pantaloncito, le decía a mi hija mayor que ya no le entraría más, pues, le quedaría cortito e igual se puso y le quedó como una bermuda. Qué feliz yo estaba! de a poco encontramos utilidad en cada ropa guardada. Y a los que no, apartábamos en una bolsa, incluyendo juguetes.
Era grande la cantidad de bolsas juntadas (ya iba por 7 u 8, del tamaño de bolsa de basura para 100 Lts) y era momento de sacar afuera del dormitorio. me preguntó mi hija mayor qué haríamos con eso y le dije si qué le parecía si donábamos todo para alguien que lo necesitara más que nosotros. "Siii!!" fue su respuesta al instante.
Pensaba yo mientras adónde podríamos llevar todo, hasta que por coincidencia misma, una señora que junta botellas, pasa por casa y me pregunta si qué había dentro de esas bolsas (pensando que habría botellas) . Se lo expliqué y me pregunta si podría darle a ella, lo cual dudé pues, prefería dar a niños/as. Dicho eso, me señala hacia una esquina, eran como 4 o 5 criaturas en una carreta. Me dice: "Son mis hijos, y los más chiquitos están en la casa". Con mi hija nos miramos y decidimos darle todas las bolsas. Estaba tan feliz la señora, que uno a uno alzaba a su carreta con ayuda de sus hijos. Terminado eso, entré a la casa con mi hija y le hice saber de la buena acción que acabábamos de realizar. Mi hija parecía entenderlo y estaba contenta.
Como mi esposo se encontraba trabajando, decidimos ir todas a la casa de mis padres, que queda cerca de la mía. Salimos de la casa y fuimos caminando (con la más chiquita en mis brazos). Llegamos a una esquina y vemos ahí a la señora con todos los juguetes desparramados. Por lo visto no se aguantaron de ver qué había dentro de todas esas bolsas. Mi hija mayor y yo pudimos ver cuán contentos estaban, se reían sin parar y toda la hora era "mirá mami eso, mirá eso!! para fulanita". Miré de reojo a mi hija y su carita estaba seria mirando firmemente hacia ellos. Cuando la señora en un momento giró su mirada hacia nuestra dirección, levantó su brazo y nos dijo "Gracias!!". Nos disponíamos a encaminar de nuevo hacia la casa de mis padres. Mi hija estaba totalmente callada. Pensé que al final no le gustó la buena acción realizada.
Ya por fin en casa de mis padres, al entrar, suelta las primeras palabras: "Mami, qué contentos se pusieron ellos. Es que no tienen juguetes?". Le respondí que no, porque son pobres. En ese instante veo una sonrisa imponerse en la carita de mi hija, a lo que me dice: "Todos mis juguetes le quiero dar mami". Pero le expliqué que mejor esperáramos más para dar a otras personas que necesiten. Ese día ella no pudo olvidar. Tiene solo 3 añitos y no sé si en el futuro recordará pero yo me encargaré de contarle esa pequeña historia que juntas vivimos, pues fue la primera vez que hicimos todas una buena acción hacia un prójimo necesitado.
Desde entonces, si hay un juguete que ya no se usa más, lo guarda en una bolsa y me dice que es para darle a otros, lo que me pone orgullosa pues quiere decir que realmente le marcó aquella buena acción. Cuando quiero mimarla con más juguetes le pregunto qué quiere, una cocinita, muñeca etc. La última vez me respondió que no quiere más juguetes. Luego pensó y me dice: "pero si ya no tengo más juguetes, no vamos a tener nada para dar a la señora si viene otra vez". Me sorprendió!.
Nunca es muy temprano ni muy tarde para realizar una buena acción junto a nuestros hijos. Subestimamos por la edad que tienen pero es grande la inteligencia que tienen desde sus comienzos en la vida. Como padres debemos aprovechar enseñarles sobre la humildad, agradecimiento y sobre todo, el compartir.
Estoy orgullosa de mi nena. Sin haberlo planeado, un buen día realizamos una acción que hizo feliz a otros. Lo que aprendí fue que podríamos leerle 100 veces la Biblia, podríamos rezar antes de comer y antes de dormir, pero eso no los hará personas de bien ni conocerán de cerca los buenos valores humanos y cristianos. Tienen que vivirlo para sentir, tienen que ver la felicidad que irradian en los otros cuando hacen algo bueno.
En ese frío invierno, ahora estamos juntando ropas y un poco de comida no perecedera. Como muchas veces no valoran la comida que se les da, quiero enseñarles una lección a mis hijas. Una tiene 2 añitos y otra 3. Pero como dije: nunca se es temprano ni tarde para enseñar sobre el amor al prójimo.
Mi consejo? que hagas lo mismo.. te sorprenderías como madre!