viernes, 24 de julio de 2009

La madre más joven de la historia

Una historia impactante!. Toda mujer que haya sido madre y sabe del proceso del embarazo durante 9 largos meses y los cambios que ello conlleva.. imagínense lo que habrá soportado la siguiente mujer más joven de la historia.

Lina Medina no había cumplido cinco años de edad cuando los brujos del villorrio donde vivía —Antacancha, 450 kilómetros al este de Lima, la capital de Perú—, comenzaron a alarmarse: ¿Qué le estaba ocurriendo a aquella niña cuyo vientre no dejaba de crecer?.
Mientras la pequeña le hacía mimos a su raída muñeca de trapo, uno de los shamanes fijó su mirada en el cielo, «estableció» comunicación con el más allá y, minutos después, hablaron por su boca los inefables dioses de Los Andes: «Lina tiene una culebra dentro de la barriga —masculló—. Hay que sacársela».

En medio de liturgias y aspavientos, sometió a la niña a varios de los ritos incas usuales en la cordillera sudamericana. Pero —¡ay!—, ninguno de los procederes funcionó. Cuando finalmente no quedó nada «divino» por hacer, Tiburcio se echó a su hija a cuestas y caminó durante dos jornadas en busca de un médico de verdad.

Al llegar al hospital de la ciudad de Pisco, distante 70 kilómetros de Antacancha, el doctor Gerardo Lozada (que aparece en la fotografía) se hizo cargo de los exámenes preliminares de Lina. La dimensión de su vientre fue lo que más le llamó la atención. «Puede que sea un fibroma», especuló, suspicaz.

Pero, luego de evaluar una, dos, tres, diez…, ¡cien veces! las pruebas clínicas de la cincoañera con el rigor exigido por las circunstancias, llegó a una conclusión que lo anonadó como médico y como persona. «¡No es un tumor, es un bebé de ocho meses lo que la niña lleva en su vientre!», le gritó al padre.

Efectivamente, a los dos años y ocho meses de edad, a Lina ya se le habían desarrollado los caracteres sexuales, tenía pechos, vello púbico y menstruaba. Su madre la mandaba a lavarse en el río cuando esto sucedía.

El 14 de mayo de 1939 -el día de la madre- nació por cesárea un bebé perfectamente sano, que pesó 2,700 kilogramos y medía 48 centímetros. Le pusieron de nombre Gerardo en honor al doctor que la asistía desde el principio. Con tan sólo cinco años, siete meses y 21 días de edad, Lina Medina acababa de convertirse en la madre más joven reconocida de los anales de la Médicina. Y así quedó registrado el record en la Academia Americana de Obstetricia y Ginecología.

Pese a que el mundo se encontraba inmerso en plena guerra, la noticia llegó hasta los últimos rincones del planeta y desplazó la atención sobre todas las informaciones bélicas durante días. Desde muchos países llegaron instituciones para ofrecer cantidades desorbitadas de dinero a cambio de exhibiciones como curiosidad científica en ferias. Cuando ya la familia había firmado un acuerdo de 1.000 dólares semanales con la compañía estadounidense Seltzer por estudiar el caso, el presidente del Perú Oscar Benavides lo impidió y dictó una ley para alzarse con la tutela de la precoz madre y de su hijo bajo la promesa (incumplida) de otorgar a ambos una pensión vitalicia.

Entretanto, madre e hijo eran mimados en la clínica donde se acogieron a internamiento durante 11 meses. Funcionarios, artistas, diplomáticos, comerciantes y hasta políticos los visitaban y los colmaban de regalos. Allí, Lina aprendió a leer y a escribir. Diarios de la época cuentan que la niña le disputaba al pequeñuelo la posesión de los juguetes.

Su hijo fue criado creyendo que era el décimo hijo de sus abuelos, pero a la edad de diez años se enteró de que Lina no era su hermana sino su madre. En 1979 (a los cuarenta años) murió de una rara enfermedad en la médula ósea.

Actualmente Lina Medina, que se casó a la edad de 33 años y tuvo otro hijo en 1972, vive con su marido en un degradado suburbio de Lima conocido por su peligrosidad como la “Pequeña Chicago”. Jamás llegó a cobrar nada del estado. Muy al contrario, en la década de los ochenta las autoridades locales derribaron su casa para construir una autopista, sin que aún les hayan indemnizado por ello.

No se sabe quién fue el padre del niño, ni si la niña había quedado embarazada debido a una violación. El padre de Lina, Tiburcio, estuvo preso varios días como sospechoso por ello. Cuando fue liberado, las sospechas recayeron sobre uno de los hermanos de Lina, retrasado mental, que también resultó absuelto. En Perú se llegó a creer que Lina era una especie de Virgen María, que había concebido sin pecado original, por obra y gracia del Espíritu Santo. Todavía hoy en el pueblo de Antacancha los pobladores creen que Gerardo fue hijo del dios Sol.

Visto en javimoya

Mi casa es un Picasso!

Desde que nací, mi madre de alguna manera siempre supo que yo tenía mano de artista. Me dejaba pintar cuantas cosas encontrara, incluso a temprana edad me había inscripto en la "Escolhina de Arte".
Durante la enseñanza primaria y secundaria del colegio donde cursaba, los compañeros siempre se aprovechaban de mí y en las materias de Artes Plásticas formaba una hilera de carpetas sobre mi mesa (pedidos de mis compañeros) para que pintara con distintas técnicas a fin de que la profesora no se diera cuenta de que todas eran hechas por mí.
Hoy día soy madre de dos nenas. La mayor (3 años) creo que heredó cierto gusto a la pintura aunque por otro lado me confunde el hecho de que a todos los niños les gusta pintar a esa edad. Como también soy muralista, desde que mi hija nació, su habitación siempre ha tenido distintos dibujos cambiando cada temporada a medida que va creciendo.
Cierto día, salí un rato de casa y volví no mucho después. Sorpresa! Mi sala, mi dormitorio, mi cocina, el pasillo, el dormitorio de las nenas.. toda la casa estaba PINTADA! con... me cuesta decirlo aún!.. crayola !.
Me dejaron pasmada y las nenas me miraban fijo esperando que mi reacción fuese positiva pues, enseguida me dí cuenta que lo hicieron con "amor" porque saben que me encanta pintar paredes. Surgió la primera palabra: "Te gusta mami?"... Contuve todo el aliento y solo atiné decir "Me gusta amor".. No pude evitar.. Tuve que sentarlas a las dos (porque la mas chiquita creo que fue su ayudante más fiel) y explicarles que si bien me encantó lo que hicieron, las paredes no deben pintarse, que para eso existen cuadernos, libros para pintar (tenían todas de sobra!).
Lo que no me esperaba el batallón de respuesta a mi reacción: "pero mami, vos pintas la pared".. "Sí hijita pero es mi trabajo, es diferente eso"... "y nuestro trabajo tambien es mami".. "Sí hija pero a mí me pagan por pintar"... "En serio mami? entonces vas a pagarnos?".. era interminable!! jamás ganaba yo la batalla!.
Hasta que me levanté y les dije "Está mal lo que hicieron pero cuando quieran pintar algo deben avisarme y les daré un espacio"... Como el silencio ya reinaba pensé que había alcanzado el triunfo de la discusión hasta que se acercan de nuevo a mí a decirme: "entonces avisa vos tambien cuando queres pintar nuestra pieza" y se fueron a su dormitorio.
Una tiene 3 años y otra 2, que es solo su compinche en todas las locuras que hacen. Me asusta! Cómo será la adolescencia??. La madre debe generar respeto pero.. así discuten a esa edad?? qué me depara en el futuro?? debo armarme para todas las peleas venideras?.
Solo sé que en ese instante ya estoy construyendo mentalmente sus piezas cuando cumplan 13 años hasta los 20: ENJAULADAS!.
Los padres a veces somos muy sobreprotectores y tambien esperamos que los hijos sean tal como queremos que sean.. olvidamos una herramienta muy importante; por más que los críemos bajo reglas nuestras, ellos ya nacieron con una personalidad propia.
No me enojé mucho por el tema de que mi adorada casa está pintada de todos los colores, incluso hasta hoy día están intactas las paredes (volver a pintar todo no resulta nada barato por lo que me conformo como la tengo). Pero cada vez que miro esas paredes, una sonrisa rebosa en mis labios pensando en la suerte que tengo de tener a dos hermosas nenas con la mente abierta de querer aprovechar con todo su niñez.
Hay veces que mis nenas se acercan a pedirme que conmigo quieren pintar, tocando mis pinturas, pinceles (son todas caras, no es para jugar, y cuando hay pedidos, no puedo arriesgarme) por lo que les digo que no, que mas tarde, que debo trabajar.
Olvido por completo que la niñez pasa volando! que estas chiquillas mías un día ya no querrán pintar conmigo, que cuando yo lo quiera hacerlo ya tendrán sus propias cosas que hacer. Siempre dejamos pasar todo para el DESPUES. Pero... existe realmente el "después"?
Creo que la niñez es la etapa más corta del ser humano y quienes tienen la dicha de disfrutar esa etapa con sus hijos, deben aprovechar al máximo cada minuto, cada día, cuando son chiquitos. Es el único período en que todavía podemos disfrutar su tierna infancia, donde a ratos quieren estar con nosotros.
Si te encuentras trabajando o viendo una buena película o leyendo un buen libro y tus hijos/as o hermanitos/as se acercan a ti a pedirte que hagas algo, ya sea pintar con ellos, leerles un cuento o simplemente estar un rato a su lado para jugar, haz el esfuerzo y abandona esos pequeños minutos solo para dedicarte a ellos/as con todo tu cariño. Son esos momentos que quedarán grabados en su memoria, en su corazón. No las películas, no los libros, no tus trabajos, sino TU COMPAÑÍA.
Asi que... con todo orgullo lo digo: MI CASA ES UN PICASSO.
Las amo nenas de mi vida... (por favor traten de no pintar a los perros).